Nació Sebastián, mi quinto nieto.
Silvy y Fabián, los padres de Sebastián, tienen dos hijos: Jessy, cuyos quince años están muy próximos, y Nico, que tiene diez años.
Era muy grande el deseo de ellos de tener un tercer hijo.
En los últimos cinco años perdieron dos embarazos mediante abortos espontáneos. Los estudios realizados permitieron descubrir que mi nuera tiene síndrome fosfolipídico, una alteración en el sistema sanguíneo que se produce durante el embarazo.
Conociendo el motivo de los abortos anteriores, volvieron a embarazarse realizando el tratamiento pertinente.
Estuvo muy cuidada y en reposo durante todo el embarazo, diariamente le aplicaban inyecciones de heparina.
Trabajé con ella para ayudarla a ampliar la conciencia, liberar tensiones, habitar espacios internos, activar la circulación e incrementar el contacto con su hijo. Estos trabajos fueron realizados mediante el toque eutónico y la emisión de la O estuvo presente en nuestros encuentros... juntas emitíamos el sonido...
Decir y enseñar a emitir la O es una actividad que realizo diariamente, pero el trabajo con Silvy fue distinto; en esos momentos, debo confesarlo, me invadía una emoción diferente... iba dirigida a mi nieto... era mi intención transmitirle, con ese sonido, amorosa energía y fuerza vital.
Fabián y Silvy supieron desde el inicio del embarazo que a los siete meses de gestación el bebé tendría que nacer mediante una cesárea.
El 12 de abril a las 19:30 hs nació Sebastián, pesando 1,970 kg.
De inmediato lo llevaron a la incubadora.
El informe médico fue: es un bebé sano pero tiene que estar internado para continuar madurando.
Fue progresando rápidamente: de la salita 3 lo pasaron a la 4, de la incubadora a la cunita y después a la salita 5 hasta que aprendió a succionar.
El domingo 1 de mayo conoció su hogar. Los hermanos lo recibieron con un cartel en la puerta de entrada dándole la bienvenida... la alegría del grupo familiar es muy grande.
Lo conocí el 15 de abril en la visita permitida para los abuelos.
Él estaba en la incubadora, acostado boca abajo, con los ojitos tapados para que el calor de la lámpara (ictericia) no le dañe la vista, su carita estaba en dirección a la puertita de la incubadora, dormía plácidamente.
Abrí la puertita de la incubadora y le dije: OOOOOOoooooo... él se movió... emití nuevamente el sonido y recibí su armonioso movimiento en respuesta a mi contacto sonoro... sentí que con ese movimiento él me decía: "hola bobe".
Agradezco a la vida el haber podido establecer un contacto amoroso con mis nietos mientras transitaban la vida intrauterina.
Sebastián, con sus movimientos, me lo confirmó.
Frida Kaplan, una abuela feliz.